El ambiente y el encanto del hermoso lugar se conservaron. Protegidos de las inclemencias del tiempo, los invitados pudieron sentirse como si estuvieran al aire libre. Especial y económico: el techo se montó previamente en el suelo y se izó con motores de cadena. De este modo, el organizador no tuvo que pagar una grúa de construcción, que no sólo habría sido cara, sino también difícil de manejar en el entorno histórico y sin molestar a los vecinos.